Comenzábamos el cuarto día en la isla con un solo pensamiento: el cumpleaños de Aina. Después de muchos años podía volver a disfrutar de su día como ella quería. Playa, sol y relax.
El día comenzó con una hermosa sorpresa para nosotros, y para nuestros vecinos de parcela. Al poco de levantarnos, y una vez aseados y listos para desmontar, nos encontramos que teníamos una visita. Sí, una visita. Pero en este caso no era ninguna persona la que lo hacía, sino una preciosa tortuga «Testudo Marginata» que andaba entre las tiendas.
Habéis oído bien, una tortuga de tamaño considerable que se paseaba tranquilamente entre las tiendas. Todos nos quedamos sorprendidos y nos acercamos a disfrutar de este animal tan bonito. Inmortalizamos a esta preciosa tortuga con unas fotos.
No todos los días tiene uno la suerte de ver a un animal así en su hábitat natural. Nos hubiera gustado disfrutar de su presencia más tiempo pero teníamos por delante un gran día y ella un largo camino.
Una vez todo recogido y metido en el coche nos dirigimos hacia nuestra primera playa del día. Esa vez no teníamos que desplazarnos mucho para ello, ya que estábamos a unos pocos kilómetros. Antes de nada nos dirigimos a un supermercado para comprar la comida de ese día. Seguíamos con la misma dieta de cada día, un poco de pan con el embutido que más nos apeteciera del supermercado. También compramos una bolsa de hielo en una gasolinera cercana, bueno, más que hielo parecía oro… La bolsa nos costo casi 5 €, pero con el calor que hacía, una buena cervecita bien fresca, era lo mejor que podía acompañar a nuestros bocadillos a mediodía. Una vez listos, solo pasaron 10 minutos hasta llegar a la Spiaggia Rena di Ponente.
La playa está situada al borde izquierdo de una carretera que cruza el estrecho paso que llega hasta el Capo Testa. En el borde derecho de la misma se encuentra otra pequeña playa. Una de las dos suele estar más en calma que la otra, dependiendo de la dirección del viento.
No llegamos muy tarde, pero la gente había madrugado y la playa ya estaba bastante ocupada. Encontramos nuestro huequecito entre toallas, nos untamos de crema y al agua patos!! Que agua… Estaba en calma y era completamente cristalina.
Que gozada disfrutar de esa playa con ese tiempo que nos acompañaba, ideal para usar como Dios manda por primera vez nuestro kit de snorkel. Y eso hicimos, nos remojamos un poco y buceamos un rato, aunque esta playa era de arena y había que meterse bastante hacia dentro para poder ver algo. Después de eso nos tumbamos en la toalla y disfrutamos del sol y del ambiente de la playa.
Pasaba un poco del mediodía cuando decidimos comer. Nos preparamos nuestros bocadillos y los acompañamos con unas patatas y las cervezas bien frescas. Eso si que era disfrutar de las vacaciones. Después de comer, nos relajamos un poco antes de bañarnos por última vez en esa playa. Eran ya cerca de las 3 de la tarde cuando partíamos hacia la siguiente playa. Ahora sí que nos tocaba hacer unos cuantos kilómetros, ya que nos acercábamos a Palau, nuestro nuevo campamento base.
La siguiente playa se nos resistía. Buscábamos una cala de agua muy nítida, pero con rocas, para poder bucear. La habíamos visto desde Google Earth, pero no conseguíamos encontrar el camino. La zona estaba llena de urbanizaciones y era un poco laberíntica. Llegamos al final de un camino que acababa con una pequeña rotonda donde habían aparcados varios coches. Decidimos probar suerte y ya con los trastos a cuestas nos dirigimos por una pequeña senda hasta la playa. Al llegar nos vinimos abajo. No era la playa que buscábamos. Estuvimos debatiendo si definitivamente nos quedábamos o no, ya que el lugar tampoco era nada especial. Decidimos que no valía la pena, porque estaba bastante sucia, y salimos en busca de nuestra playa deseada.
Revisamos una vez más los mapas y poco después de haber salido encontramos la carretera que nos acercaba a esta pequeña cala. Y allí estábamos, eufóricos, ahora que ya por fin habíamos llegado. El camino hacia la cala fue difícil, ya que no existía ninguna senda limpia, y salimos un poco arañados con tanto arbusto. Estábamos ya tan cerca que podíamos ver lo clara que era el agua y las rocas que habían debajo de ella. Y volvimos a venirnos abajo … esta vez sí que era la playa deseada. El agua era tan transparente que podíamos ver perfectamente que estaba infestada de medusas. Obviamente se nos quitaron las ganas de bañarnos y decidimos continuar en el camino hacia Palau.
Estábamos ya casi en nuestro siguiente camping, cuando decidimos parar en la playa que hay justo antes de llegar. El tiempo había empeorado, hacía un poco de viento y el agua estaba removida y también llena de estos molestos seres gelatinosos. Decidimos tumbarnos en la arena y descansar un poco. Llevábamos un día bastante movidito y aún nos quedaba lo mejor, así que fue una buena decisión relajarse un poco. Al cabo de poco más de una hora, recogimos y nos dirigimos al Camping Acapulco.
El camping está en la entrada de Palau y justo al lado de la playa. Todo un lujo! No es un camping muy grande, pero tiene bastantes parcelas y bungalós de varios tamaños. Aparcamos en el parquin exterior, ya que no se permite la entrada de vehículos en el recinto, excepto un poco rato para descargar y recoger. Nos dirigimos a la recepción y en menos de 5 minutos ya estábamos andando por el camping revisando donde íbamos a plantar nuestra tienda. Por suerte no había mucha gente en ese momento y había muchas opciones. Decidimos plantar cerca de los baños y bajo techo, en una zona donde solo había dos tiendas más.
Plantamos la tienda en un momento y fuimos a ducharnos a las duchas más cercanas, que no las mejores. Eran dos duchas en medio del camping, un poco dejadas y a la vista de todo el mundo. Más tarde descubriríamos que había otras cerca de los aseos, algo más limpias. Desde luego los servicios no fueron el punto fuerte de ese camping…
Ya era el momento de prepararnos, se acercaba el momento más importante del día: la cena de cumpleaños!. En poco más de una hora, estábamos bien guapos y listos para esa cena tan esperada. Nos montamos en el coche y salimos dirección al restaurante «Trattoria Cucumiao«. Está situado a las afueras de Palau, a tan solo 3 km en dirección a la ciudad de Arzachena. El restaurante tiene jardín y un salón enorme.
Al llegar habían algunos coches, pero al entrar dentro descubrimos que éramos los primeros. La trattoria era espectacular, muy amplia y con una decoración que imponía. Nos acomodaron en nuestra mesa y el metre nos trajo las cartas.
Fue muy complicado elegir lo que queríamos, ya que había mucha carta. Al final elegimos dos entrantes y luego un plato principal cada uno. Terminamos la cena muy satisfechos, pero nos faltó algo. No por falta de ganas, sino por falta de espacio en nuestros estómagos.
El postre. Nos pedimos unos digestivos para ayudar a la digestión y nos retiramos. La próxima semana colgaremos el post entero del restaurante, en el que contaremos más detalladamente lo que comimos.
Habíamos disfrutado de una gran cena y lo mas importante, Aina lo había hecho más que nadie. El día terminaba, pero aún nos quedaban algunos más por delante.
Al día siguiente nos esperaba una excursión de ensueño, y nos retiramos a descansar.