Estando en la misma ciudad de Roma nos podemos adentrar en un pequeño país que no es Italia: el Vaticano. La capital de Italia y la ciudad-estado, meca del catolicismo, se unen con un pequeño paseo. Pero el Vaticano no es solo religión; es historia, arte y cultura sobre todo.
Lo más importante es planear bien el día. Comprar las entradas para los museos Vaticanos es imperativo. Aunque se pague un poco más, nos ahorramos la infinita cola, que puede hacernos perder un tiempo valiosísimo y arruinarnos el día por completo. Las entradas se reservan en la página web de los museos Vaticanos, en la que se puede elegir qué visitar y de que modo hacerlo. Entre las opciones hay varias visitas guiadas (no solo de los museos y la capilla Sixtina) y además algunos tours fuera de horas y por lugares no abiertos habitualmente al público. Para la primera visita, creemos que lo primordial es visitar las colecciones principales y la Capilla Sixtina. La hora de entrada también es clave, ya que cierran pronto, y mínimo vais a necesitar dos o tres horas…aunque la cosa puede alargarse, si os gusta lo que veis! 😉
Lo que hicimos nosotros, que creemos que fue ideal, fue levantarnos prontito, para estar en la Basílica de San Pedro en el Vaticano nada más abrieran (no hicimos cola, NADA), visitarla por dentro (gratis) y subir a la cúpula (a pie 6€ y ascensor/pie 8€). Procurad informaros antes de ir para saber si el día que tenéis planeado visitar la Basílica de San Pedro ésta está abierta, porque los miércoles está cerrada hasta la una del mediodía y otras veces está cerrada por alguna misa privada o festividad Católica.
Consultad también las restricciones de equipaje y vestimenta…En el Vaticano, al tratarse de un lugar religioso, son muy estrictos con eso. No se puede vestir con pantalón corto o falda por arriba de las rodillas, enseñando los hombros o la barriga, y por seguridad no se puede entrar trípodes o objetos parecidos.
Después de la alucinante visita a la basílica, que definitivamente vale la pena seáis o no católicos, nos fuimos dando un tranquilo paseo hasta los museos vaticanos. Paramos en una pequeña tienda de comida para llevar y nos comimos un bocadillo de “porchetta” (cerdo asado) y un gelato, y con las pilas cargadas nos dirigimos a la entrada de los museos. Dentro de los museos también hay un par de restaurantes y cafeterías, por si no queréis comer tan pronto.
Nuestra entrada era para la una, pero media hora antes ya es posible acceder dentro mostrando el papel con los datos de la reserva. No os desaniméis por la cola, es solo para la gente que compra las entradas in situ, para los que las compramos con antelación hay que ir directamente a la entrada principal. Una vez dentro, después de pasar el control de seguridad como el de la basílica, hay unas máquinas para escanear el código de reserva y cambiarlo por los tiquets de entrada.
Una vez dentro…a disfrutar del arte y la historia! Nosotros, como en el Foro Romano, llevamos la guía de Roma para identificar lo que veíamos, y en la Capilla Sixtina fue todo un acierto! Si no sois grandes expertos en arte, al menos está bien saber lo que estás mirando, ¿no? Las obras de arte dicen mucho más de lo que nos imaginamos.
En la Capilla Sixtina está prohibido sacar fotos, y está siempre llena hasta los topes de gente. Procurad portaros bien para que los guardias de seguridad no os echen y pensad que estáis solos en medio de la sala, observad e interpretad. Es un lugar impresionante! Las estancias de Raphael, que se visitan justo antes que la Capilla, también se merecen mucha atención. No tengáis prisa por llegar a la Capilla Sixtina, disfrutad de la ruta!!
Y además de la Capilla, hay muchas salas que quitan el aliento. Una de nuestras favoritas, sin duda, fue la galería de los mapas. Colecciones de mapas gigantescos de hace un montón de siglos, pero con unos detalles y unos colores alucinantes. También los marcos o los relieves de las propias paredes de las galerías se merecen un vistazo, así como las pinturas que parece que van a convertirse en personas y van a salir de las paredes para mezclarse con la multitud de lo reales que parecen…Estos museos son un increíble placer para la vista.
La Pinacoteca es también una de las mejores exposiciones de arte que hemos visto nunca, aunque repetimos que no somos entendidos en arte, la luz y la sensación que te provocan las pinturas son indescriptibles…
Un día muy intenso, pero una vez más, gracias a la perfecta organización, aprovechado al máximo!!
Y claro está, después de tanto andar y “darle al coco”, estábamos hambrientos!!
A un paseo del Vaticano se llega a Trastevere, el más famoso barrio de Roma para pasear, comer y tomarse una copa. Por recomendación, fuimos al Carlo Menta, un restaurante italiano enorme situado en pleno corazón de Trastevere. Lo que le hace tan popular son sus precios, extremadamente asequibles, y más teniendo en cuenta el barrio en el que se encuentra.
Nos sentamos en la única mesa que había disponible (sobre las siete de la tarde), y pedimos. El menú turístico por 10€ al mediodía y 13€ para la cena (sin bebida incluida) es bastante completo: entrante, primero, segundo y postre, aunque las cantidades son notablemente más reducidas que los platos normales. Como la diferencia de precio no era exagerada, elegimos un menú y tres platos sueltos.
La comida estuvo “bien”. No era para tirar coetes, pero tampoco para tirarle los platos a la cabeza al cocinero. Nuestra valoración es que es un buen lugar para comer hasta llenarse por un precio muy asequible en Roma, pero no sería un lugar obligatorio de visitar, sin duda. Algunos restaurantes de los alrededores tienen mejor pinta, así que la próxima vez los cataremos y os daremos nuestra opinión.
El día había sido igualmente intenso y excitante, que agotador, así que nos retiramos en ese momento que aun teníamos algo de fuerza para andar. De camino buscábamos una gelateria, y estábamos a punto de tirar la toalla, cuando nos topamos con una súper-gelateria artesanal: PANNA & CO.
Los sabores son curiosos y excepcionales; chocolate con naranjas de Sicilia, canela, panna cotta, pesto de pistacho, zabaione….solo para que os hagáis una idea de lo increíble que pinta. Es el MEJOR helado del mundo…y hemos probado muchísimos!! Además también hacen yogur helado, polos artesanales y tartas que pintan igual de buenas. Vale la pena la excursión, ya que la gelateria está en Aventino, al sur del Tíber. Contentos como nunca y disfrutando de esa delicia acabamos la excepcional jornada por el Vaticano y Trastevere.
Llegamos a casa y nos fuimos a descansar, para al día siguiente afrontar con fuerzas el último día en la ciudad eterna.