Nuestro avión aterrizó en Roma(Roma-Ciampino) a las ocho y cuarto de la mañana. Salimos enseguida y nos plantamos delante de la puerta del autobús de Terravision. En el aparcamiento de buses hay muchas opciones, pero nos fiamos de la recomendación de nuestros anfitriones.
El bus salió puntual a las 8:40 y llegamos a Termini a las 9:15. De Termini a nuestra parada de metro fueron unos diez minutitos más. Por suerte Fabio y Luca, nuestros anfitriones, fueron muy amables y nos dejaron entrar al apartamento a las diez y media.
Y ahí empezamos a descubrir Roma. Justo en frente de la parada de metro “Piramide” se encuentra esa misma: la Piramide de Caius Celsius. Tan de verdad, como que tiene más de dos mil años!!
De ahí a nuestra primera parada: el nuevo mercado de Testaccio, más concretamente la paradita “Mordi e Vai”, los mejores paninis de Roma y el mundo entero!!
El pequeño mercado está a rebosar de gente del barrio haciendo sus compras habituales. Desde verduras a zapatos, pasando por pescado y carne. Y para un desayuno completo de media mañana, que mejor que un buen bocata de ternera, tripa o salsiccia? Sergio Esposito es el peculiar regente de este pequeño local, que te sirve los paninis con toda la gracia italiana.
Nuestra elección fue complicada. Todo parece delicioso. Comimos “Boconccini di Vitella Caccio Peppe e Fiori di zucca” (terna caccio peppe y flor de calabaza) y “Allesso di Scottona alla picchiapò” (ternera con tomate y pimientos)…y de postre una croqueta!! Vale la pena acercarse al mercado de Testaccio para probar esta delicatessen.
Al lado de la paradita hay unos bancos y unas pocas sillas para sentarse y comer tranquilamente, aunque enfrente del mercado hay una plaza, y si hace buen día vale la pena salir a comer al solecito.
Con la barriga llena y la mar de contentos, nos pusimos a caminar hasta nuestro primer “lugar especial” de Roma: La piazza dei Cavalieri di Malta, donde se encuentra la cerradura más famosa de Roma.
Sobre una colina cortada por el río Tíber se encuentra una pequeña plaza, en la que se suele encontrar una larga fila de gente esperando para observar a través de la cerradura de un portal. El secreto? Una de las mejores vistas de la Ciudad Eterna. La cúpula de San Pietro claramente visible al final de un camino flanqueado por Cipreses. Vale la cola y los pocos segundos que se tiene para observarla. Eso sí, si queréis inmortalizarla, haceos con un buen objetivo!!
De la Plaza dei Cavalieri di Malta hasta la explanada del Circo Máximo paramos en dos preciosos parques. El primero, y más tranquilo, el “Giardino Storico di Sant’Alessio”, donde hay unas vistas increíbles sobre Roma.
El segundo y más famoso, el “Giardio degli Aranci”, tiene unas vistas un poco más centradas, aunque hay tanta gente que relajarse y sacar una buena foto es casi una misión imposible.
Y de ahí a la explanada del Circo Maximo. Justo antes de llegar hay también unos jardines de rosas muy bonitos.
El 21 de abril es el aniversario de Roma y durante toda la semana, todos los años, hacen actividades en el lugar dónde se encontraba el antiguo Circo Maximo. Este año(2017) el día 21 cayó entre semana y en el siguiente post os contaremos lo que vivimos el domingo.
Nos sentamos un poco para disfrutar del sol y de las increíbles vistas que hay del Palatino desde lo más alto del Circo.
Después de unos minutos de relax, bajamos hasta el Templo di Ercole Vincitore, o si os situáis mejor, a la altura de la Bocca de la Verità, que por cierto no vimos porque había siempre una cola de infarto.
De ahí nos acercamos al “Ponte Rotto”, que es un trozo de un puente romano imponente que se encuentra en medio del Tíber, en la zona sur de la Isola Tiberina.
Paseando, cruzamos la isla y nos compramos un helado. No cometáis el mismo error, ese helado no es digno de Italia! Y luego tuvimos que salir por patas, porque ese día el Papa Francisco visitaba la Basílica di San Bartolomeo y toda la isla estaba encintada y llena de policías, que no muy amablemente nos echaron. En nuestra huida apresurada cruzamos la calle y nos adentramos en el pintoresco y bullicioso Trastevere.
Quizá antaño era un barrio muy especial y auténtico, pero gracias a su fama ahora es el centro de todas las paradas de “souvenirs pirata” y restaurantes turísticos. Vale no solo uno, si no varios paseos, pero no nos engañemos, hay zonas de Roma con ambiente de barrio, sin muchos turistas que le dan mil vueltas al actual Trastevere.
Y por favor, no nos peguéis! Es solo nuestra opinión, y nos encantaría leer la vuestra en los comentarios!
En nuestro paseo entramos en la Basílica di Santa Maria in Trastevere, la más famosa de la zona. Por desgracia la fachada estaba en proceso de restauración, pero el interior es igualmente impresionante. Probablemente gastaron todo el oro de Roma para decorarla!
El final del barrio, se puede considerar cuando se llega a la “Porta Settimiana”. Desde ahí subimos por la Via Garibaldi hasta la Fontana del Gianicolo, a medio camino de la Terraza del Gianicolo.
Ambas gozan de unas vistas increíbles, aunque a diferentes alturas. También es bueno decir que hay muy poca gente, probablemente porque el empinado paseo no está hecho a gusto de todo el mundo. Vale la pena, y en realidad el esfuerzo no es tanto.
Ya en la cima tuvimos un espectáculo alucinante: un grupo de no menos de cincuenta vespas conducidas por (suponemos) italianos, paseando de paquetes a un grupo de indios. Llegaron hasta la cima del Gianicolo, donde hay una rotonda y los primeros esperaron a los últimos. Cuando todos hubieron llegado se pusieron en marcha, pareciendo una estampida de “vespas”! Fue chulo de ver.
Y si os animáis a subir, no os olvideis de cruzar la calle y observar muy de cerca la cúpula de la Basilica de San Pietro del Vaticano escondida entre los árboles. Una imagen impresionante.
El descenso lo hicimos por el lado opuesto de la colina, casi hasta el Castelo Sant’Angelo, y desde ahí paseamos por al lado del río hasta llegar de nuevo a la “Porta Settimiana”, el inicio de Trastevere.
Estábamos muy cansados y hambrientos. Sabíamos donde íbamos, y no queríamos perder tiempo. A pocos minutos de la Porta, en la Via della Scala, se encuentra un pequeño paraíso para los amantes de los quesos, los embutidos y los vinos: La Prosciutteria Trastevere.
El local parece pequeño, pero si hasta donde alcanza la vista se ve lleno, no desesperéis. Al fondo del local hay unas escaleras que llevan a un comedor subterráneo, entrad y mirad vosotros mismos. No os deis por vencidos a la primera!! Un buen consejo es ir pronto, para hacer una merienda-cena. Antes de las siete es una buena hora.
Os sentáis donde haya sitio, no hace falta preguntar, y pedís lo que os apetezca en la barra. No tienen licencia de restaurante, así que no sirven en la mesa…pero tampoco os van a cobrar el cubierto! La especialidad de la casa: El Tagliere da Aperitivo… y la Porchetta.
Y eso mismo cominos nosotros!! Una copa de Nero d’Avola y una Birra Peroni Gran Reserva. Los chicos que trabajan ahí son realmente majos, y hablan varios idiomas. Nos encantó la Prosciutteria!! Recomendable al 200%.
Nuestras almas estaban destrozadas, así que nos dirigimos al Carrefour que estaba cerca de nuestro apartamento. Compramos unas cuantas cosas para desayunar y directos al apartamento, que aún nos esperaban cuatro días por delante!!
AQUÍ OS DEJAMOS LA GALERÍA DE IMÁGENES DE «Llegada a Roma y Trastevere»: